Pan para hoy
La pequeña entra dando un portazo.
—Papá, papá ¿Lo has oído? Enciende la radio. Dicen que se acabó, que todo va a cambiar. Las calles hierven. Dicen que habrá trabajo, que abrirán de nuevo las escuelas, que se arreglaran las carreteras, que todo va a ir mejor…
El abuelo esboza una media sonrisa comprensiva, arranca su cuerpo de la mecedora y, renqueando, se acerca hasta la mesa donde mamá pela las últimas patatas. Suavemente recoge las mondas, las envuelve en papel de periódico y las introduce en la nevera. Mamá asiente con tristeza.
Lo puedes encontrar en la página del ENTC siguiendo el enlace.
Más sabe el diablo por viejo...
ResponderEliminarBuen relato de cualquier momento, Miguel.
Un abrazo
Y si además es diablo...
Eliminar);-P
Abrazos Anita.
Son tantas crisis, tantos brotes verdes, tanta ilusión perdida,... Ay, padrino, pero los niños son así, por suerte.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Por suerte, y que dure.
EliminarSaludos Juan Manuel.
Sólo los niños pueden ilusionarse cuando apenas queda nada por lo que hacerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las flores entre los escombros, la vida se abre camino.
EliminarBesos Mamen.
Hola guapo!! gracias por lo de "magnífica" aunque podía haber sido más imaginativa. Yo me alegro de que hayas tratado el tema: fuera del campo de batalla. Se ve que mis trazos invitaron a cuerpos desolados al sol de poniente y a balazos a bocajarro por la espalda. El tuyo me parece más sutil aunque golpea con fuerza.
ResponderEliminarGracias por visitarme y felicidades por tu participación en ENTC.
Un besazo.
Modesta eres. No conozco mucha gente capaz de darle este colorido a una estampa de posguerra.
EliminarVisitarte es un placer que me debería dar más a menudo.
Un besazo.