miércoles, 26 de septiembre de 2012

E.U.R.E.K.A.

He esperado a tener el libro en mis manos para publicar este post, y finalmente ayer lo recibí.

Os presento EUREKA, un relato sobre el fin y el principio del mundo, homónimo al libro de Poe (y que recomiendo), del que me atrevo a incluir la introducción. Este relato ha sido seleccionado como finalista, para ser publicado en la antología del Certamen S.O.S 2012, convocado por “la cesta de las palabras”.


EUREKA

Con verdadera humildad, sin afectación y hasta con un
sentimiento de temor, escribo la primera frase de esta
 obra, pues de todos los temas imaginables acerco al lector
 al más solemne, al más amplio, al más difícil, al más augusto.
E.A.Poe



Recortada sobre un fondo de cristalera gótica, luz morada del ocaso, la silueta encorvada del viejo creador martillea una vieja Underwood. Blanca la barba y   largos los cabellos, raídos, que desprenden, al contraluz, destellos de vieja plata bruñida, formando una especie de aura.


A cada golpe se agitan los cabellos, y un leve rumor, en el estremecimiento de mil galaxias inalcanzadas se siente, removiendo, en lo más atávico del espíritu de los sensitivos. A cada palabra mil mundos contrayéndose hacia un mismo destino.


En la segunda página el cielo se cubre de masas celestes plegándose, fatua luz de mil soles colapsando. La física newtoniana confirmándose y negándose indistintamente, simultáneamente, en trayectorias imposibles.


En la tercera los seres, aun salvajes, habitantes del planeta, aun sensibles, perciben ya claramente el significado del todo. Corren a refugio, o se suicidan en masa. Hasta los propios árboles parecen querer huir y se revuelven. Los que pueden sueltan sus hojas, que se arremolinan enfebrecidas, que se lanzan contra el miedo, queriendo escapar del suelo, queriendo escapar del cielo.


En la cuarta una lluvia de asteroides, sílice y hierro encendidos. Hielo y fuego. Ahora los seres huidizos, los árboles, las hojas embravecidas, son teas ardientes en cientos de espirales columnas, ciclópeas, que se alzan vertiginosamente para precipitarse golpeando la tierra con furia y volver a iniciar el enloquecido ciclo, empujados por la fuerza de todos los mares vaporizados en un instante.


En la quinta los efectos gravitacionales ya son perceptibles para todos. Las construcciones más sólidas se desploman, se abren gargantas por doquier que engullen montañas. Nuevas montañas surgen del interior de la tierra. Toda la superficie es barrida por el fuego, el fuego es devorado por la tierra y vuelve a brotar.


En la sexta todo vestigio del hoyar humano en este universo ha desaparecido ya, la materia se confunde en sus formas, y nuevos estados de la misma se aparecen y se destruyen ante los ojos. La presión se hace insoportable


Sobre las últimas líneas de la séptima, el propio santuario vuela, piedra a piedra, en pedazos girando alrededor, elevándose sobre un vórtice de energía infinita.


Con las últimas letras el absoluto converge hacia este último centro.
El dedo y la máquina deletreando la definitiva.


(tap) E...


(tap) U...


(tap) R...


(tap) E...


(tap) K...


(tap) A...


Concentrándose, comprimiéndose en un único punto, adimensional, de negritud que lo contiene todo.



Esta, y otras publicaciones de "la cesta de las palabras" se pueden ver aquí