Este relato ha sido elegido por el jurado del I CONCURSO DE
RELATO BREVE "DEPENDE DEL PUNTO DE VISTA" organizado por ediciones centricíclopes y será publicado en la
antología de cuentos que saldrá dentro de unos meses.
MECANUSCRITO EN NATURALEZA MUERTA, CON HABITACIÓN DE
HOTEL AL FONDO
Uno no se muere de golpe, te vas muriendo lentamente
hasta que un día el saldo no da ya para seguir vivo, simplemente es eso. A
veces ocurre que el tránsito es tan sutil que uno no se da ni cuenta. A muchos,
incluso, nos cuesta ubicar el momento exacto en que el contador hizo clic.
No consigo llegar tarde, sólo moderadamente tarde.
Maldito lugar, desatendido por un salvaje Cronos, más preocupado por la cuitas
de sus vástagos que de sus obligaciones.
Inevitablemente, la maquinaria se pone en marcha
como una enorme rueda de molino que gira y gira, lenta pero implacable. Eso
pienso, dentro del gran coche negro que me recoge en el hotel. Antes la ducha
perezosa, después de renunciar a desayunar, desayunar a las ocho de la tarde.
Nunca consigo ingerir nada antes de la primera copa.
Después las luces, vuelvo a estar sobre el
escenario, y vuelven las luces.
Vuelve esa sensación, como la que tendría un
tubérculo al que arrancaran de la tierra demasiado pronto. Aun no estoy listo.
Aun estoy desnudo.
Y así desnudo debo exponer mis vergüenzas. Durante
una hora y media exhibo mis miserias de cadáver a una jauría enfebrecida de
creyentes. Para ellos soy como un pedazo de roca dorada, extraído del fondo de
una mina, al que las luces arrancan brillantes destellos.
Siempre la misma rutina: renacer de química y
ginebra; recomponer los pedazos; subir a escena; morir; velatorio de cava y
plañideras de quince años, a veces de camino a otro santuario, a veces en el
mismo; para volver a renacer…
Decían que al aceptar el final, podíamos abandonar
este limbo y seguir camino hacia no sé que luz, pero no es así. Las luces
llevan a ningún sitio, noche tras noche.