viernes, 26 de octubre de 2012

PULGAS

ESTADOS CARENCIALES

Pequeñas reacciones cotidianas que nos definen





En la calle donde vivimos hay un gato, de color ciudad oscura y mugre hasta la punta de la cola, que nos tiene adoptados. Bueno, a nosotros y a todos los vecinos de los bajos de la calle.
Todas las tardes ronda nuestras puertas el trovador de los atormentados maullidos, lo sabe hacer bien. Espera pacientemente agazapado entre los coches, a que algún vecino entre o salga y ahí desencadena su serenata, con coreografía de estiramientos, encogimientos, caída de ojitos,…
Al principio se comía cualquier cosa que le dabas, pero un día que tenía unos taquitos resecos de jamón, Pulgas decidió que no quería comer más mortadela. Ahí me recordó un profesor de guitarra que tuve, enamorado del buen Blues, y del buen Jazz, que siempre decía, refiriéndose a los gustos musicales: “Yo puedo entender que a la gente le guste el chóped, y está bien comer chóped, de vez en cuando, pero mi obligación es enseñaros que existe el jabugo de pata negra. Luego si decides comer chóped, bien, pero por lo menos que sepas lo que hay” Lo que acababa ocurriendo es que cada vez comías más jamoncito bueno, y cada vez menos chóped, claro. Pues lo mismo.
Y aun así, no se sabe quien fue el primero de los vecinos, pero alguno fue, el primero que acabó comprando una lata de comida para gatos. Con qué tipo de drogas aliñaran esos pates de mil sabores, que ahora ya no quiere jamón.
Lo sabe hacer bien, tan bien que raro es el vecino que no tiene ya alguna latita en la despensa para cuando se presenta la ocasión.
El viene y va, no es de nadie, en todo caso es solo suyo, y es un poco de todos. La verdad es que la relación nos es cómoda, para que negarlo. Él tiene completa libertad, o al menos debe tener sensación de libertad (probablemente sí, sea libre realmente, quiero pensar). Y nosotros no tenemos la obligación de cuidarlo, ni el deber de alimentarlo. Él tampoco tiene el derecho a que lo cuidemos, ni a que lo alimentemos, es verdad, pero mientras podemos, mientras nos va bien, lo hacemos. Y es cómodo realmente. Al ser un acto voluntario, está lleno de connotaciones positivas y carece de casi todas las negativas, pues no supone ningún grado de compromiso, más allá del que nosotros mismos nos planteemos. Siempre suma en nuestro balance, nos sentimos bien cuando colaboramos y si no lo hacemos no pasa nada. Como un cierto acto de Caridad, se podría pensar.
Y pensando, pienso en cómo se parece, en su conjunto, esta relación al todo, y como me recuerda a una cierta deriva que va tomando la sociedad en estos tiempos de crisis y a las relaciones, también, que se van estableciendo entre Derechos, Deberes y Caridad.
Llevo días pensando.
Luego, esta noche, al llegar a casa llovía y una bola de pelo pardo, remojada, ha cruzado la calle delante de mí para refugiarse debajo de un coche.
Hoy más que un maullido de bribón, ha sido un gemido de lamento sincero.
Hoy he pensado, hoy le dejo la puerta abierta si quiere entrar, pero no ha venido y he cerrado la puerta.
Con llave.

REDECORA TU VIDA


Mi relato Redecora tu vida ha sido seleccionado, entre 715 participantes, como finalista semanal, para el concurso "Relatos en cadena", que promueven "la Ventana" de la Cadena Ser  y "Escuela de Escritores"

REDECORA TU VIDA

De la rutina insípida de su oficina no parecía poderse salir así que, tras almorzar, llenó portalápices de diferentes especias. La impresora ahora expelía calamares en su tinta. Cambió folios por hojas de gelatina y algas desecadas.
Preparó una base de galleta picada, con la que forró el fondo de los cajones, sobre la que untó una mezcla de miel y piñones, que luego cubrió de nata montada y fresas. Sobre el suelo preparó una alfombra de pétalos de rosas salteados con canela...
Finalmente, a golpes de cucharón, rompió todos los cristales de seguridad, para que el aire fresco expandiera la buena nueva por todo el edificio.

Mercado de Nuestra Sra. de África - Santa Cruz de Tenerife

También podeis oir la retransmisión del concurso de esta semana en el podcast del programa.

lunes, 15 de octubre de 2012

ANGEL DE LA CONFUSIÓN



Rutinariamente, intercambio sus tarjetas de identificación, de manera que, confundidos, acaban no recordándose. A ellos les hacemos creer que están enfermos, pero todo es por su bien. La gente tiende a reconocer a los demás, y a uno mismo, como los recuerda y no como son en realidad, y cuando esa farsa cae finalmente las consecuencias son terribles.
Yo les evito este mal trago.
Al volver a casa, abro la puerta, llaves en la entrada y abrigo en el perchero, paso por la cocina a por un refresco, entro al salón, y me encuentro a un hombre que no soy yo.

SILENCIO

El circo permanecía en aparente calma, silencio bajo un pesado manto de noche sin luna.

En el viejo carromato desvencijado, la sombra de la muerte vino a visitarme.
Pude sentir su oscuridad en el quicio de la puerta, y como después cubría toda la estancia.
Seis éramos las personas que dormíamos, pero ella se acercó solo a mí.
Pude sentir su soplo helado en sueños, de hecho aun lo siento.
Tras inclinarse sobre mi camastro, sin tocarme, apenas unos milímetros sobre mi paralizado cuerpo, sobre mi alma completamente consciente, sentí que miraba dentro de mi cuerpo.
Sentí después su tenaza oprimiendo mi espíritu, sentí el aire paralizado en mis pulmones, me sentí perder la razón.
Y cuando finalmente estaba abandonado a mi suerte, convencido y resignado, se retiró lentamente, devolviéndome el aliento pero cobrándose, sin embargo, en años de vida, la gracia.

A la mañana siguiente el aire traía noticias de venganza y baile de machetes por ultrajes pasados. Algunos huyeron. 
Fui incapaz de confesar que lo sabía.


EL FIN DEL ORDEN DE LAS COSAS

Tendida en mi lecho toda huesos doloridos, ruinas de un legado milenario, corpóreo escombro de pasada omnipotencia.
Frío.
En un lóbrego rincón mis escasas herramientas, desgastadas, roídas por el tiempo. Sobre la mesa exiguas luces de oscuros candelabros y una tenebrosa lista de nombres en un sucio pergamino. En la pared, negros jirones de antiguos cortinajes, mecidos por el helador cierzo nocturno, como si el macabro hálito de un animal feroz les diera vida, enmarcan la única ventana.
En el alfeizar, recortadas al contraluz de una sangrante luna que tiñe las sombras de amenaza, las siluetas de las tres gatas negras, Ligeia, Morella y Berenice, que escaparon de mi reino, sonríen terriblemente. Tiemblan sus largos bigotes. Se clavan en mí sus ojos encendidos. Las tres, las legítimas vengadoras de la comunión de un innúmero de almas.
Tras ellas la figura de la dama de la guadaña. Por fin vengo a buscarme.

GÉNESIS

Al principio solo había oscuridad, el vacío más insondable.
En la nada absoluta una idea.
Se materializa en un ínfimo vértice de forma apuntada. La punta nerviosa, presa de la seminal excitación, baila sobre negro describiendo la palabra. La palabra toma cuerpo en su propio ser. La segunda palabra dibuja el papel, las siguientes la luz, las estrellas, miles de mundos, la vida, al hombre...
A cada movimiento aparecen espectaculares paisajes, imponentes montañas, frondosos bosques de poderosos arboles, selvas que se extienden hasta donde alcanza la vista plenas de las mas exuberantes variedades vegetales, de exóticos y coloridos animales. Bellas construcciones por doquier. Historias vitales de seres que se entrecruzan, que conviven, que se retroalimentan. Las historias toman vida propia, crean sus propias palabras, sus propios universos al margen de la pluma creadora universal, libre albedrio.
Al séptimo día, la pluma enfurecida se detiene. Un universo entero yace en un papel arrugado en el fondo de una papelera.