ESTADOS CARENCIALES
Pequeñas reacciones cotidianas que nos definen
Nuestro gato dueño (para poneros en antecedentes podéis ver la primera entrada Pulgas) volvió a presentarse en la
puerta de casa, solo asomarme ya oí su llamada, la otra noche. Pero esta vez
fue diferente, por primera vez no venía solo. Un precioso gato, yo decidí que gata,
color canela, con cara de leona, pelaje lustroso y poco aspecto de callejear
mucho, le acompañaba.
Pulgas se acerco más confiado, la costumbre, e
inició su habitual exhibición de estiramientos, hinchamientos y frotamientos, mientras
su compañera permanecía agazapada en semipenumbra un par de coches más allá.
No le hice esperar mucho y entre a buscar su
comida, la que ya le compramos cada vez que vamos al hipermercado. Al dejársela
preparada, el permaneció indiferente, hace ya semanas que demuestra esta conducta:
mira la comida, todo lo más se acerca y la huele o la prueba un poco, y la
abandona volviendo hacia la puerta buscando nuestra cercanía (o la de la
puerta, para colarse en casa). Si al rato no le hacemos caso, finalmente, con
gesto casi de resignación, vuelve a la comida, y come. Pues eso, que tras un ponérsela
la olisqueó un rato, me miró otro rato, y sin tocarla se fue a buscar a su
compañera. Poco a poco la fue acompañando, se le acercaba, le frotaba la cabeza
en el cuerpo, por la cabeza como si le estuviera susurrando y la fue trayendo,
pacientemente, hasta la bandeja. Una vez la gata canela supero su timidez, o su
miedo, dio cuenta de la comida con una ferocidad desconocida, creo que incluso
trató de comerse el aluminio. Pulgas ni la probó la comida, simplemente la observaba
tranquilamente.
No sabemos si nos trajo a esa gatita por
solidaridad gatuna, desconozco si tienen estos comportamientos los gatos, o si
la trajo, quizás, para presumir.
En algún momento, presos de un materno-paterno
ego, creímos que tal vez nos traía a su conquista a casa para que la conociéramos,
como para presentárnosla, como si le importáramos realmente. Hasta nos lo
llegamos a creer, hasta este fin de semana.
El muy bribón se volvió a presentar, esta vez
solo, olisqueo la bandejita del paté gatuno, apenas la probó, y en un descuido,
se marchó calle abajo, sin siquiera despedirse. Esperé un poco sentado en la
escalera, por si volvía y la que apareció, al cabo, fue una muchachita en pijama,
que venía recorriendo la calle, preguntando si había visto a un gato pardo
rayado en negro, portando un tupper con leche en las manos. Le indiqué hacia
donde se había marchado, y volví a entrar en casa, sin poder contener la risa.
Cómo nos parecemos a veces, ¿verdad?
ResponderEliminarUn saludo, padrino
juan M
Cómo lo sabes Juan M.
EliminarEl gato este me tiene loco. Je je.
Abrazos.
Pues yo, que no tengo animales, al menos por voluntad propia, sufro por una mata de tomatera que se está saliendo del tiesto (literalmente). Como se haga amiga del cactus, la hemos fastidiado.
EliminarUn saludo, padrino.
juan M.
Jajajaja, pues vigila que a uno de mis hermanos, en un tiesto, le ha anidado una paloma para criar dos polluelos, avisado estás, je je.
EliminarAbrazos.
Eso es por el mercado inmobiliario.
EliminarEstá todo fatal, je je.
EliminarAhy los gatos!! La mía se fue acercando poco a poco a casa y buscaba más las caricias que la comida. Hasta que no la acariciábamos no empezaba a comer. Después, cuando la fuimos a operar para esterilizarla, nos dimos cuenta de que ya estaba operada. Una gata abandonada que ahora ya tiene nuevo hogar que busca más la compañía, aunque ahora creo que nos quiere sacar de casa :D
ResponderEliminarUn saludo
Je je, es que yo creo que este busca un poco lo mismo ya. Por eso nos resistimos ha dejarlo entrar en casa.
EliminarSaludos Henry.
Este gato sabe mucho, si te haces de miel te come je je.
ResponderEliminarUn beso Miguel.
O se trae un montón de amigos y monta una Rave de almibar, je je.
EliminarUn beso Yolanda.