jueves, 23 de agosto de 2012

INCENDIOS


Asistimos estos días impotentes al espectáculo de la destrucción de la vida en imparables incendios forestales, un drama que se repite año tras año y al que, como a la mayoría de dramas, parece que nos vamos insensibilizando, a fuerza de convivir.

Más allá de otras consideraciones, no poco importantes (repercusión económica, turística, perdidas de patrimonio,…) y que no dejan de ser dramáticas para los directamente afectados; y al margen de las lamentables pérdidas humanas directas; la pérdida ecológica que supone tiene una repercusión, que nos debería ser insoportable y que nos afecta a todos, por mucho que no se vean sus efectos inmediatamente, más allá del desolador paisaje que nos presenta, y que el tiempo tarda poco en borrar de nuestras memorias.

Entre todos ellos, por su valor ecológico, quiero destacar, y por eso escribo este artículo, los incontrolables incendios que están destruyendo uno de los espacios naturales más importantes de los que aún se conservan en nuestro territorio, que se encuentran  en el interior del Parque Nacional del Garajonay, en la isla de la Gomera.

En este espacio protegido se encuentra la Laurisilva, uno de los bosques más singulares, antiguos, y valiosos que en territorio europeo solo se conservan en lo que se conoce como la Macaronesia, los archipiélagos atlánticos de las Azores, Madeira, Cavo Verde y las Canarias.


Parque Nacional desde la cumbre del Garajonay, con el Teide al fondo. 
Este tipo de bosque húmedo existe desde hace más de 20 millones de años y se extendía durante la era terciaria por gran parte de Europa, de donde se fue retirando por las glaciaciones de finales del terciario y principios del cuaternario, conservándose en la cuenca mediterránea probablemente hasta el final del pleistoceno (hace unos 10.000 años).

Con esto quiero decir que este bosque, ahora endémico de un puñado de islas, ha sido cobijo y protección de nuestros antepasados, ha cuidado y alimentado a nuestros ancestros. Es un hábitat que nos ha permitido evolucionar a lo que somos, que forma parte de la historia de todos nosotros. Un ecosistema que se encuentra en recesión, allá donde aún se conserva, pese a los esfuerzos y protección de que disponen. Un ecosistema que con estas agresiones corre serio riesgo de desaparecer definitivamente.

Quedan para un siguiente artículo, consideraciones sobre los recursos de extinción, y sobre el castigo a los incendiarios.

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